Es muy común que no sepamos darnos el valor que merecemos, nos ponemos en un segundo lugar y vamos socavando nuestra autoestima. Es entonces cuando los “soy incapaz” o “no puedo” se hacen eco en nuestra vida y se convierten en una realidad.
Una forma de expresar gratitud y aprecio es mediante el uso de palabras de aliento. Cuando alguien ha hecho algo bueno por nosotros o nos ha ayudado de alguna manera, es importante expresar nuestro agradecimiento.
Nuestro lenguaje tiene el poder de construir o destruir relaciones, de alentar o desanimar a otros, de inspirar o desmotivar. Es por eso que es tan importante que seamos conscientes de cómo hablamos y el impacto que nuestras palabras pueden tener en los demás.
Nos guste o no, la palabra es la forma más usada por los humanos para el acto de la comunicación. Además, es un intercambio que deja huella. ¿Quién de nosotros no recuerda alguna de esas frases que le ha causado un gran dolor o le ha alegrado el día?
Por lo tanto, es esencial que nos sumerjamos en la palabra de Dios y la dejemos habitar en nosotros. El salmista nos enseña en el Salmo 119:105: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino».
Para comprender el poder transformador de las palabras en las predicaciones cristianas, debemos dirigir nuestra atención a la Palabra de Dios, que es la fuente de vida y verdad. En Proverbios eighteen:21, se nos dice claramente: "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos".
La Biblia nos anima a ser generosos con nuestras palabras y a usarlas para edificar y fortalecer a los demás. En Colosenses 4:six, se nos insta a «hablar siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno».
" Las palabras de Dios son poderosas y transformadoras. Cuando las recibimos y creemos en ellas, tienen el poder de cambiar nuestra vida por completo.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado». Nuestras palabras son un reflejo de nuestro corazón y nuestra relación con Dios. Debemos ser conscientes de que nuestras palabras pueden llevar el nombre de Dios y su mensaje de amor y gracia, o pueden deshonrarlo y blasfemar contra Él.
Atacando a los demás, pensando que la validez de su mensaje les confiere el resguardo ethical necesario para sesgar las vidas de quienes se oponen o permanecen indiferente al mismo.
“Antes bien renunciamos a lo oculto vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por more info la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios”
Esto significa que debemos filtrar nuestras palabras y asegurarnos de que sean edificantes, útiles y llenas de gracia. No debemos usar nuestras palabras para herir o destruir, sino para construir y fortalecer a los demás.
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
En el contexto de la Biblia, la frase «por su palabra fueron creadas todas las cosas» significa que Dios creó el universo y todo lo que existe simplemente con su palabra. Esta declaración resalta el poder y la autoridad de Dios como Creador de todo lo que vemos a nuestro alrededor.